Fundación del Secretariado Gitano: Entre todos, tenemos que salir de la crisis
2013 ha sido designado como “Año Europeo de los Ciudadanos”. Y este 8 de abril, Día Internacional del Pueblo Gitano 2013 es, por tanto, una buena ocasión para recordar —y para reclamar— la ciudadanía de los gitanos y gitanas españoles, como ciudadanos nacionales pero también como ciudadanos de pleno derecho de la Unión Europea.
La ciudadanía europea supone, entre otros derechos y deberes, la libre circulación y residencia en los países de la Unión, poder votar en el Parlamento Europeo (para el que hay elecciones el año que viene), el derecho a reclamar ante situaciones de discriminación o la garantía del acceso a la educación.
Pero garantizar los derechos ciudadanos también requiere tener garantizados previamente los derechos sociales, que la actual crisis está arrollando de manera implacable. Comenzando por el empleo, con unos índices de paro que no dejan de crecer y que, en España, entre los jóvenes o en comunidades como la gitana, llegan ya a extremos escandalosos y con pocas expectativas de mejora. Así, mientras la ya de por sí alta tasa de paro del conjunto de los españoles se ha duplicado en los últimos 5 años, para la población gitana prácticamente se ha triplicado.
Además, ya no se trata solo de una crisis económica y financiera más o menos pasajera, sino que nuestro país ha caído en el pozo de una crisis social que, con los recortes en los servicios públicos y en los mecanismos de protección, hace aumentar día a día las situaciones de pobreza severa y la brecha de la desigualdad, con un claro riesgo de fracturación social, de pura y dura injusticia, y con grandes incertidumbres de cara al corto, medio y largo plazo para muchas familias.
Como se viene repitiendo con insistencia desde nuestra Fundación y desde otras muchas organizaciones, las consecuencias más graves y dilatadas en el tiempo las están sufriendo los grupos de población más vulnerables, con menor cualificación y con menos recursos, entre los que se encuentran muchas familias gitanas españolas, por no decir la gran mayoría de ellas.
Los importantes avances en la inclusión social y en la conquista de la igualdad de la comunidad gitana española en las últimas décadas están sufriendo un deterioro acelerado y alarmante. Y no vemos desde los poderes públicos y desde la misma sociedad mayoritaria una muestra clara de preocupación, de movilización, de solidaridad. En las administraciones públicas parece que el camino de la austeridad, la reducción del déficit, los recortes o la simple parálisis se convierten en la tónica dominante, con claros efectos en la prestación de servicios fundamentales (en la salud, en la educación… ), en las medidas de protección social o directamente en los planes de inclusión o en el propio Plan de Desarrollo Gitano. Se agrava por tanto la situación doblemente para la población gitana, al adelgazar las prestaciones sociales del Estado del Bienestar, pero también aquéllas más específicas que buscaban paliar las diferentes condiciones de partida de una comunidad secularmente excluida.
La Unión Europa –y España como Estado Miembro– cuenta desde hace un año con una buena herramienta de integración y cohesión, las Estrategias Nacionales de Inclusión de la Población gitana 2012-2020. Pero que hay que estar vigilantes para que este importante avance no quede en papel mojado, siendo exigentes en su cumplimiento y demandando también que son imprescindibles unos recursos básicos para sacarla adelante, que no basta la buena voluntad, que hay que poner los medios para cumplir los objetivos e indicadores marcados.
La Estrategia española cuenta además con avances respecto a las desarrolladas en otros países en cuestiones como la participación, la igualdad de la mujer, la atención a la población romaní extranjera o la lucha contra la discriminación. Un aspecto este último, sobre el que también la crisis está mostrando su peor cara y afectando, como en otras etapas históricas de infame recuerdo, a los más vulnerables, a las minorías… quienes se convierten rápidamente en chivos expiatorios de todos los males de la sociedad.
En el proceso de configuración de la imagen social y de los prejuicios, hay que recordar el tremendo daño que pueden hacer determinados contenidos difundidos por los medios de comunicación en horarios de gran audiencia (un caso evidente es el programa Palabra de Gitano), con efectos en el imaginario colectivo muy difíciles de contrarrestar y con graves repercusiones también en el reciente fenómeno de las redes sociales e Internet, donde toman fuerza los peores fantasmas del racismo en una lucha desigual por la debilidad e insuficiencia de las herramientas disponibles para combatirlos.
Es este terreno también es fundamental la solidaridad, la labor conjunta para conseguir una sociedad más digna, más justa, más decente para todos, también para los gitanos y las gitanas.