Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza
El Día internacional para la Erradicación de la Pobreza se celebra cada año el 17 de octubre. Fue reconocido por Naciones Unidas en 1992, pero la primera celebración de dicho día tuvo lugar en París, Francia, en 1987, cuando más de 100.000 personas se reunieron en la plaza del Trocadero para manifestarse a favor de los Derechos Humanos y la libertad en honor a las víctimas de la pobreza, el hambre, la violencia y el miedo.
Este año, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza tiene un significado especial, ya que será la primera celebración tras la aprobación formal de la nueva agenda para el desarrollo de la Asamblea General “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, que contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dentro de este nuevo marco de desarrollo, diseñado para reemplazar y llevar adelante los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los países se comprometieron a «acabar con la pobreza en todas sus formas y dimensiones».
El concepto de Paz, si bien ha sido asimilado tradicionalmente con la ausencia de guerra, ha seguido una evolución hacia el concepto de igualdad y justicia social. Este concepto amplio y positivo de paz significa la ausencia de todo tipo de violencia, tanto directa (física o verbal) como estructural, donde se garantiza la satisfacción de las necesidades básicas para vivir dignamente y del reconocimiento de los derechos sociales y económicos. Este concepto de paz se refiere a una vida social donde exista cada vez más justicia y menos violencia en las relaciones entre personas, grupos sociales y naciones.
Sin embargo, la realidad nos muestra que estamos lejos de esta concepción de la PAZ. En la actualidad un 80% de la población mundial carece de acceso a una protección social adecuada, afectando estas carencias especialmente a mujeres y niños y niñas. En cuanto a España, la crisis económica y la política de recortes salariales y sociales han provocado y siguen haciéndolo un amplio aumento de la vulnerabilidad social y un incremento de la desigualdad. Esto supone un creciente deterioro en el reconocimiento los Derechos Humanos y atenta más que nunca contra los principios de justicia, cohesión y paz social. Como consecuencia, la distancia que separa a ricos y pobres es hoy más grande que nunca, situando a España como el país de la UE donde más han aumentado las desigualdades (cinco veces más que la media de la UE) y donde se ha generado que la pobreza sea más intensa, extensa y crónica entre la población.
Es responsabilidad prioritaria de cualquier estado trabajar para construir un orden social (político, social y económico) sustentado en una justa distribución de la riqueza social. La crisis económica y de empleo nos ofrece la oportunidad de reformular un conjunto de estrategias de desarrollo y prácticas públicas y empresariales que nos conduzcan hacia un futuro más sostenible y equitativo. La sostenibilidad depende de la creación de mercados y políticas que sean capaces de distribuir mejor los beneficios del desarrollo. Significa también sentar las bases para que todos vivamos con dignidad, estabilidad y oportunidades. En nuestro empeño por lograr esta transformación debemos, al mismo tiempo, integrar la inclusión social en nuestras políticas y en todas nuestras iniciativas, especialmente en materia de educación puesto que la escuela es la institución más poderosa para garantizar la igualdad de oportunidades.
Por último, desde el ámbito de la Educación, es necesaria una educación que garantice que cada alumno y alumna puedan participar de forma crítica y responsable en la defensa de la paz y la democracia, por tanto, en lograr una sociedad plural, más justa, equitativa y solidaria. Frente al discurso neoliberal que define el fin de la educación como la respuesta a las necesidades del mercado, hemos de defender la educación en valores y la educación para la ciudadanía como los ejes fundamentales sobre los que debe elaborarse el proyecto educativo, para desde él educar y formar ciudadanos y ciudadanas bien preparados para encontrar un trabajo digno, pero también, que les enseñe a preocuparse y comprometerse de forma crítica y responsable con el mundo en el que les ha tocado vivir. Educar la MIRADA y la CAPACIDAD PARA RECONOCER AL OTRO/A, y cómo no, también educar en la ACCIÓN; es decir, educar en los mecanismos que un estado de derecho brinda para ejercitar y reclamar nuestros derechos: la denuncia, la movilización social, el asociacionismo. Esto no puede ser considerado adoctrinamiento sino responsabilidad social para con las nuevas generaciones.