Cambios en el sistema de migración podrían estar en las urnas
La desconexión con el sufrimiento ajeno duele; muchos voltean su cara para no ver el dolor de ese prójimo tan humano como uno mismo. Recientemente, la decisión dividida de la Corte Suprema negó la posibilidad de tener una legalización temporal bajo la Acción ejecutiva del Presidente Obama. Alrededor de cinco millones de inmigrantes- la mayoría trabajadora, decente, comprometida con su familia- que esperaba una solución a su “limbo migratorio”, tendrán que seguir viviendo y trabajando con el temor a la deportación y separación familiar. ¿Pero hasta cuándo? En el voto podría estar la respuesta.
«No hay respuesta para indocumentados como yo»
Carmen López es una de los millones de indocumentados que podría haberse beneficiado temporalmente con el programa DAPA (Acción Diferida para Padres de Ciudadanos y Residentes Permanentes).
Esta mexicana originaria de Puebla llegó a California en 1989; trabajó sin descanso y al mismo tiempo estudió, y varios años después tuvo una hija (18) que es ciudadana estadounidense. Con gran esfuerzo esta madre soltera obtuvo una licenciatura de “Liberal Studies” con énfasis en educación de la Universidad CalState Northdrige, y posteriormente logró certificarse de traductora e intérprete. Pero Carmen está aún indocumentada.
“El día que el Presidente Obama dio la noticia de la Acción ejecutiva con los programas DAPA y DACA, lloré de la alegría. Aunque no era algo permanente, fue como una luz al final del túnel. Pero tiempo después recibí la mala noticia de que eso quedó en la nada, y fue una decepción muy grande porque tenía la esperanza de que quizás alguno de los magistrados de la Corte que no estaba a favor, cambiara de opinión; de que quizás alguno se hubiera dado cuenta de lo que sufren millones por no tener papeles. Pero no, están desconectados de este sufrimiento”, dice Carmen.
Buscar la manera de legalizarse ha sido una constante en su vida. A los pocos años de llegar aquí, Carmen desempeñó una labor tan excelente en la compañía donde trabajaba que el empleador le ofreció ayudarla a sacar “los papeles”. Entonces entregó una fuerte suma de dinero a un abogado para comenzar los trámites, pero una mala práctica arruinó el caso y Carmen ni siquiera pudo obtener un permiso temporal de trabajo.
“El abogado cometió muchos errores, de manera que me lo negaron. Estuve varios años con ese trámite”.
Esto no la detuvo para seguir trabajando y estudiando. “Aunque tenía buenas calificaciones, no pude tener acceso a ninguna beca por ser indocumentada”. Como trabajaba tiempo completo en un preescolar privado, tomaba el programa PACE diseñado para adultos. Estudiaba en las noches y los fines de semana mientras criaba a su hija.
Sus conocimientos, títulos, disposición al trabajo y profesionalismo le han brindado buenas ofertas laborales que no ha podido aceptar por no tener un permiso. Hoy día tiene un empleo de medio tiempo por sólo 10 dólares la hora.
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