Neurociencias en el aula: una nueva forma de mejorar el aprendizaje
«La cantidad de jóvenes que en la actualidad se muestran desmotivados, que no tienen deseos de estudiar o creen que lo que aprenden no les sirve para nada es preocupante.» La definición es de Facundo Manes, rector de la Universidad Favaloro y presidente de la Fundación Ineco, que tejió alianzas con el Ministerio de Educación de la Nación y el bonaerense para introducir las neurociencias en el aula.
Los primeros pasos de este vínculo se darán en poco tiempo, cuando los docentes de todo el país reciban información sobre cómo aplicar esta disciplina en su proyecto pedagógico.
El Gobierno creó un laboratorio de neurociencia aplicada a la educación que incluirá talleres específicos sobre cómo las emociones están relacionadas con el aprendizaje. Corrientes será la primera provincia en desarrollar un taller para sus maestros; esa experiencia inicial sucederá en las próximas semanas. «Involucrar las emociones en el aprendizaje se vuelve fundamental para motivar, para captar la atención del cerebro y así potenciar y mejorar habilidades y talentos, o detectar déficits en los niños en los primeros años de la escuela sin tener que esperar a situaciones casi irreversibles», dice Manes.
Mercedes Miguel, secretaria de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, plantea la necesidad de «dar luz a los grises que tiene la pedagogía». No se encierra sólo en la importancia de instruir a los docentes sobre aspectos neurocientíficos, sino en pensar en algunas modificaciones del sistema educativo para mejorar la atención del alumno en el aula.
Una de las cuestiones que desliza es la posibilidad, sin fecha cierta, de que el horario de inicio de clases matutino del nivel medio se retrase un poco. «En algún momento tendremos que dar esa batalla», anticipa a LA NACION la funcionaria.
«Los adolescentes son típicamente búhos. Las agujas de su reloj biológico apuntan a más tarde», resume el doctor en biología Diego Golombek. Y da un ejemplo: «En 1996, el Edina High School de Minnesota, Estados Unidos, pasó de iniciar sus clases a las 7.30, a las 8.20. El resultado fue muy bueno para sus alumnos».
Leer el resto de la noticia en La Nación.