“La paz no es del gobierno, es de la comunidad que ha vivido en carne propia la violencia”
“Este camino era muy usado en épocas de la violencia por la guerrilla. Generalmente, por este trayecto —y por otro que hay en la entrada— los grupos armados hacían emboscadas cuando estaba la policía o cuando había autodefensas. Esta vía era muy estratégica para hacer las encerronas que ellos llevaban a cabo. A veces entraban y asesinaban. Salían allá por la carretera, o a veces se iban río arriba. En tiempos de hostilidad, este camino uno no lo recorría después de las seis de la tarde, a pesar de que queda pegadito al pueblo, daba miedo transitarlo. De hecho, es que no se podía transitar: el que lo hacía corría el riesgo de que lo mataran. Lo podían acusar de estar espiando, vigilando… cosas que uno nunca comprendió, pues eran normas que tenían los grupos en ese momento… y había que respetarlas”.
El itinerario que en un pasado fue una senda de tránsito de la violencia colombiana es, en la actualidad, un camino hacia la paz. La ruta prohibida en la que la guerrilla acechaba a todo aquel que osaba transitarla, es la vía que las mujeres de Agromujervic tienen para llegar desde el centro del corregimiento de Santiago Pérez hasta la finca en la que llevan a cabo su proyecto de desarrollo productivo. Ángela Patricia, presidenta de la fundación en la que se cobija el proyecto, sube el último tramo del camino junto a su hija Wanda. “Estoy agitada, es que siempre es larga la subidita”, dice la mujer haciendo el sobreesfuerzo de contar la historia del simbólico trayecto mientras lo recorre. “Ya llegamos. Esta es la finca donde las mujeres ejercen sus actividades productivas: hay gallinas, pescado, cerdo… diferentes actividades que se desarrollan en el marco productivo. Generalmente las reuniones las hacemos acá, porque es una forma de tener una conexión más cercana con la naturaleza, un lugar más tranquilo y nos sentimos más en casa”.
“Por muy crítica que sea la situación, encontramos una salida”
Ángela Patricia nació en Huila y se crio con padres adoptivos, abrió una peluquería en Santiago Pérez, frente al parque, donde ejercía su profesión: el estilismo. Allí le tocó atender a muchos militares, pero para ella y su carácter extrovertido, eso no era ningún problema: “Siempre he sido muy sociable, hablo con todo el mundo”. Por allá en el 2012 “boletearon” —las denuncias de pertenencia a un grupo armado eran tan recurrentes que hasta las bautizaron con un verbo coloquial— a una compañera y tuvo que marcharse. No pasó mucho más tiempo hasta que le sucedió lo mismo a Ángela Patricia: “Pensé que alguien me tenía envidia, que se estaba haciendo pasar por un grupo armado y no me lo creí”. La valentía y el escepticismo se convirtieron rápidamente en miedo y huida. “Me tocó irme como a las doce de la noche y lo más lejos que llegué desde aquí fue a Ataco. Me marché con mis hijos y con algunas cosas… y tuve que empezar de cero”.
El desplazamiento se convirtió en el prefacio de la mujer que es actualmente: “Los colombianos nos caracterizamos por tener una energía muy positiva, y por muy crítica que sea la situación, encontramos una salida”. Como buena colombiana, Ángela Patricia encontró en el liderazgo esa salida de la que habla: “A mediados del 2013, se trataba ya el tema de los acuerdos de paz. Empecé a asistir a talleres, a meterme en el asunto, y me fui enamorando de la labor”. Ángela Patricia es una mujer joven, pero su carisma la ha empujado a ser un referente de su comunidad. Pese a su corto recorrido de vida, ha tenido un largo trayecto hasta ser una lideresa consolidada: “En Ataco surgió una idea con algunas compañeras, ya que vimos la necesidad de organizarnos. El planteamiento fue hacer una asociación y ver cómo íbamos a trabajar para cerrar el ciclo de violencia y aportar nuestro granito de arena en la paz en el municipio. Decidimos que la mejor forma era a través del asociacionismo, también vimos que era muy importante que la organización fuera de mujeres víctimas del conflicto armado. Fue un proceso difícil, empezamos de cero, sin dinero, solamente con los conocimientos básicos. Hicimos tamales, rifas, hasta que logramos constituirnos. A partir de ahí empezamos a gestionar proyectos”.
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