Hacia una atención integral a la diversidad

Situado en un barrio en el centro de Palencia, con un nivel socioeconómico y cultural medio, el CEIP Blas Sierra comenzó a recibir alumnado inmigrante hace apenas una década. Su acogida planteó unos desafíos comunes a muchos otros centros: desconocimiento del idioma, desfase curricular e incorporación tardía. Para dar respuesta a estos y otros problemas, en el curso 2002-2003 la Dirección Provincial de Palencia exigió a cada centro la elaboración de un Plan de Atención a la Diversidad para el alumnado con necesidades educativas especiales. Además de facilitar recursos económicos y humanos, la Dirección puso en marcha un Equipo de Atención a la Diversidad que se encarga de asesorar a los centros educativos de toda la provincia.

Este impulso inspiró a dos profesoras del CEIP Blas Sierra a desarrollar un Plan de Acogida: Soledad Jiménez Palacios, entonces profesora de educación compensatoria e integrante del Equipo de Atención a la Diversidad, y Blanca Díez Escribano, actual directora del centro. Como nos cuenta esta última, el Plan de Acogida (PA) "fue una forma de dar respuesta a estas necesidades: qué hacemos con el alumnado, cómo nos organizamos, etc. Ahora disponemos de unas pautas de actuación para cuando el alumno llega a la clase". Su concepción era integral: "el Plan de Acogida no es sólo para los alumnos inmigrantes, es de atención a la diversidad: están las minorías étnicas, el alumnado extranjero y las familias desfavorecidas".

El Plan de Acogida establece una serie de pasos en la recepción de los alumnos y alumnas que comienza con una entrevista con la familia, a la que además se ofrece información sobre recursos y servicios sociales disponibles. Tras matricular al alumno o alumna, "le ponemos en contacto con la profesora de compensatoria, que es la que se encarga de pasar unas pruebas a los alumnos y ver si el curso en el que tenemos que colocarle es el más idóneo para ellos, o sus desconocimientos de aprendizaje son tantos que tenemos que colocarle en un curso inferior", comenta Díez.

En el aula, el profesor tutor trata de facilitar "el establecimiento de relaciones positivas y la existencia de un clima de relación afectiva que haga posible la comunicación cuando falle el idioma", comentan Jiménez y Díez en un artículo. Para ello cuenta con una serie de metodologías de trabajo y con la participación del resto del alumnado: "Normalmente hay algún alumno encargado de enseñarle el colegio, decirle dónde están las cosas, el lugar del patio que tienen asignado...", explica Díez.

A través de "un sistema de trabajo en común, del tutor y el tutor de compensatoria", se evalúa al estudiante en función de su conocimiento del idioma y de su competencia curricular. "Si el desconocimiento de idioma es total, pues se le intenta sacar como mínimo una hora diaria, para ayudarle en el lenguaje", señala Díez. "La profesora de compensatoria, que está encargada de interculturalidad, les da vocabulario para enseñarles español. Si nos lo permite el número de alumnos y se les puede sacar media hora, pues se le saca. Dentro del horario que ya tienen, se intenta darles la mayor atención posible. Pero se trabaja con algo que ha preparado la de compensatoria porque al principio no pueden seguir una clase normal".

Tras ocho años de recorrido, sus responsables valoran de forma muy positiva el Plan de Acogida: "Me enorgullece, como directora del centro, que no tengo problemas de integración con los niños inmigrantes. No sé si el alumnado está ya motivado por estas sesiones de acogida cuando llega un niño nuevo, o porque los ven ya en el centro, pero no tengo problemas de rechazo del alumnado inmigrante, ni los padres, ni los niños, no hay problemas en el patio ni en las clases. Los problemas de convivencia que pueda tener no van orientados hacia el alumnado extranjero".