Integrar
la diversidad a través de la imaginación y el sentido
común
Del desconcierto a la integración. Así podría resumirse
de una forma muy simple el camino que ha recorrido
el CEIP Príncipe de España de Huelva a lo largo de
una década, desde que comenzó a recibir alumnado inmigrante.
Partiendo de una situación de falta de recursos y
de formación, el profesorado del centro ha logrado
integrar la diversidad de una forma que ha sido calificada
de innovadora y ha sido objeto de estudio en varias
universidades.
"Al principio surgió como una especie de problema:
no sabíamos cómo afrontar el tema de los inmigrantes,
sobre todo porque los que llegaron eran marroquíes
y no sabían español", nos explica Antonio Martín,
director del centro. La afluencia de inmigrantes era
un fenómeno relativamente nuevo en la zona y los centros
educativos no estaban preparados para estos nuevos
alumnos. "Entonces no había nada estipulado desde
la Conserjería de educación, no había ningún tipo
de instrucciones, ni ninguna orden que nos dijera
cómo teníamos que atajar este problema".
La
receta para afrontar el desafío consistió en grandes
dosis de imaginación y sentido común. Se decidió meter
a los niños y niñas inmigrantes que llegaban en la
clases que les correspondía por edad, sin hacer separaciones,
"o en el nivel inmediatamente inferior, dependiendo
de si el nivel que traía de lengua española era más
o menos", añade Martín. A partir de ahí se les daba
un apoyo para el aprendizaje de la lengua, de forma
que "de las cinco horas que tiene que estar el niño
en el colegio, lo sacábamos una hora y las otras cuatro
estaba en el curso".
El siguiente paso era lograr comunicarse con el alumnado
y que éste adquiriese el idioma. "Pensábamos: ¿cómo
se le puede dar, a una persona que no conoce nada
de nuestro idioma, unos conocimientos mínimos para
acceder lo más rápido posible al aprendizaje de la
lengua, cómo se puede comunicar? Y se nos ocurrió
empezar primero con los bloques temáticos de educación
infantil", relata Martín. Así, echando mano del currículum
de educación infantil, los educadores transmitían
un vocabulario básico relacionado con áreas básicas
como la familia, la casa, la escuela o el barrio.
El
experimento no tardó en dar resultados: el alumnado
demostró una gran capacidad de adaptación y pronto
logró comunicarse en castellano. "Te das cuenta de
que a los dos o tres meses hablaban prácticamente
como si no fuesen extranjeros. Lo que nos sorprendía
es que aprendían más del contacto con sus propios
compañeros que con lo que les pudiéramos dar nosotros
desde un punto de vista más formal", advierte Martín.
Tejer lazos con las familias
De forma paralela a la acogida del alumnado inmigrante,
se iniciaron una serie de contactos con sus familias.
El segundo año tras la llegada de estos alumnos se
convocó a las familias a unas reuniones trimestrales
con personal de los servicios sociales, del centro
de salud o de asociaciones como Huelva Acoge. En ellas
se trataba de facilitar su integración en el barrio
dándoles todo tipo de información, más allá de la
escolar: recursos públicos disponibles, acceso a la
cartilla sanitaria, clases de castellano, etc. El
objetivo educativo se complementaba además con otro
más lúdico, tal y como relata Martín: "Al final hicimos
el intercambio cultural gastronómico, que se utiliza
mucho como recurso para romper un poco el hielo. Les
dijimos que una vez que se terminara la reunión nos
íbamos a quedar a charlar y merendar; ellos trajeron
dulces típicos hechos por las madres de los niños,
y nosotros trajimos algunos de Andalucía. Y así lo
hicimos en las tres reuniones que tuvimos en el curso
y fue una experiencia muy bonita".
De este modo se lograron tejer lazos con las familias
migrantes que, gracias al buen clima de convivencia,
se muestran siempre muy dispuestas a colaborar y participar
en las iniciativas que organiza el colegio. Así se
han realizado diversas jornadas culturales en las
que, por ejemplo, se han realizado bailes típicos
o se han leído cuentos de cada país. "Este sistema
de integración por lo visto fue distinto a lo que
se estaba haciendo en otras partes del país", afirma
Martín. Su metodología llamó la atención del mundo
académico, y provocó que el centro recibiera visitas
de las universidades de Almería o La Laguna (Tenerife),
para sorpresa de sus responsables. Martín recuerda
que "nos contaban que lo estábamos haciendo de una
forma distinta y que estaba dando muy buenos resultados,
aunque a nosotros no nos parecía que estuviésemos
haciendo algo muy novedoso ni nada".
Implicación de otros agentes
Poco
a poco, y a medida que el fenómeno de la inmigración
se ha ido extendiendo a lo largo de España y se ha
comenzado a dar una respuesta institucional a la diversidad,
el colegio comenzó a contar con más recursos de educación
intercultural. "A partir del año 2004-5 se empezaron
a nombrar a profesores itinerantes que, dependiendo
del número de alumnos que hubiera en cada centro,
estaban más o menos tiempo, se preparaban entre ellos
y se repartían el trabajo. Así, el alumnado que teníamos
recibía doble apoyo, el de las aulas ATAL (Aulas Temporales
de Adaptación Lingüística e Interculturalidad) y a
parte nosotros, que le dábamos el apoyo que creíamos
conveniente", aclara Martín.
Gracias
a que disponían de más recursos, el colegio pudo incluir
clases de otras religiones como la islámica o la evangelista,
y talleres de cultura materna, divididos en áreas
geográficas, "para que de alguna forma los niños sigan
manteniendo las raíces de la cultura propia de su
país". Aun así, estos últimos han tenido que ser suprimidos
este curso debido al recorte de fondos.
Por su parte, el apoyo a las familias se ha delegado
en organizaciones sociales que se dedican a realizar
proyectos de mediación en colaboración con el centro,
y desempeñan labores de asesoramiento e integración.
Martín apunta que "ellas mismas son las que nos dicen
que si hay alguna familia que tenga dificultad, les
pongamos en contacto para ayudarles a buscar trabajo,
con el tema de solución de documentos, los papeles
que ellos le llaman. Y eso a nosotros nos viene estupendamente,
porque ya no tenemos esa ansiedad con las familias
porque no entienden, o no se enteran, gracias a que
tenemos ese tipo de recursos".
Aun
así, en el centro tienen la sensación de que les sigue
haciendo falta formación para integrar la diversidad
de su alumnado. La solución, como en otras ocasiones,
ha acabado basándose en la filosofía del hazlo tú
mismo. Así, por ejemplo, Martín recuerda que "al principio
una persona marroquí de Huelva Acoge nos dio un curso
acelerado sobre cultura de Marruecos, para que tuviéramos
unas mínimas nociones de qué nos podíamos encontrar
con algunos niños cuando estaba cerca el Ramadán".
Los miles de conocimientos que alberga internet son
también otra fuente inagotable a la que recurrir en
busca de información. En este caso son las y los propios
alumnos quienes ayudan al profesorado en sus búsquedas
e indagaciones.
UN
ENTORNO SOCIAL DESFAVORECIDO
El CEIP Príncipe de España se encuentra en El
Carmen, una barriada con escasos equipamientos
sociales habitada por personas con bajos ingresos
económicos. "Los recursos de las familias son
mínimos, y hay mucha exclusión social y muchos
problemas, y eso se refleja en el alumnado",
señala Antonio Martín. Gracias a que se encuentra
dentro de la red de centros de educación compensatoria,
el centro cuenta con "un extra de presupuesto
que nos viene estupendamente porque hay muchos
momentos del curso en que no se puede solicitar
a los padres una aportación económica para llevar
a cabo ciertas actividades". Estos ingresos
complementarios les permiten sufragar excursiones
y aportar el material para los alumnos de familias
sin recursos.
A
pesar de esto, Martín considera que "el nivel
de convivencia no es malo, que es más la fama
que tiene la zona que lo que es luego el centro.
En el centro estamos siempre muy pendientes
del tema de los valores, de la convivencia y
tal, y de la fachada para afuera es otro mundo.
Para lo que tenemos, conseguimos bastante".
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