Una sola raza: la humana
Unidad Didáctica para la Educación Secundaria contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia. Versión Digital
(Esta unidad didáctica es una adaptación de la elaborada por Educación sin Fronteras y editada por la Consejería de Educación y Ciencia con motivo de la celebración en 1997 del año europeo contra el racismo)
Los fenómenos del racismo, la xenofobia y la intolerancia, alentados quizás por diversos factores económicos, sociales, políticos o culturales, se han convertido en un auténtico motivo de preocupación para todas las sociedades democráticas de nuestros días y para los ciudadanos y ciudadanas, que vemos amenazados los valores y principios que sostienen la convivencia pacífica y asistimos con espanto a la violencia desatada contra los más débiles, a la persecución de las minorías, a la marginación de grupos, etnias y personas que no se ajustan a los patrones establecidos por los dispensadores de la ortodoxia.
Los centros docentes y la educación que en ellos se imparte no sólo no pueden quedar al margen de estos problemas sino que, por el contrario, constituyen un instrumento especialmente idóneo para combatir y sobre todo prevenir estas actitudes, que atentan directamente contra la dignidad esencial de la persona y atacan el fundamento mismo de la igualdad y la fraternidad universal entre los seres humanos, valores elementales que han de constituir los cimientos de la educación. Por ello estas actividades aspiran a ser una ayuda, un medio de apoyo útil para una educación fundamentada en la tolerancia, para aprender a convivir en la diferencia y en el respeto a las personas y a las diversas culturas. Practicando el diálogo, sobre todo sabiendo escuchar a los demás para mejor apreciar sus razones, sintiéndonos capaces de colocarnos, con imaginación, en el lugar del otro, respetando y reconociendo la diversidad de modos de ser, de pensar y de vivir, lograremos entre todos llegar a aceptar esa verdad tan sencilla y, a la vez, tan imprescindible para la convivencia humana: al mismo tiempo que diferentes todos somos iguales, iguales en derechos.
Propuesta didáctica para educar la tolerancia
La tolerancia es una actitud constructiva a favor de los débiles. El racismo, la xenofobia y la intolerancia son actitudes negativas en contra de los débiles. La transigencia con las actitudes contrarias a los débiles no es tolerancia, sino cobardía. La tolerancia es una actitud ética abierta, confiada y generosa. El racismo, la xenofobia y la intolerancia son actitudes cerradas, temerosas y egoístas. La moral está del lado de la tolerancia; el racismo y la xenofobia están del lado de la mezquindad. La tolerancia es la repuesta al racismo y a la xenofobia. Educar para la tolerancia es prevenir y combatir el predominio de la intolerancia.
El racismo, la xenofobia y las demás formas de intolerancia (hacia los homosexuales, hacia las mujeres, hacia los minusválidos o los enfermos, etc.) son actitudes, esto es sentimientos fundados en ciertas ideas.
¿Qué sentimientos y qué ideas?
Ø Sentimientos de temor ante la amenaza imaginaria que representan los grupos humanos hacia los que se experimentan esas actitudes, o menosprecio por su situación de debilidad, inferioridad, discriminación o explotación que sufren.
Ø Las ideas que justifican y dan pie a esos sentimientos (inferioridad biológica, competencia desleal por los puestos de trabajo, inutilidad, peligrosidad) tienen un origen común: la ignorancia y el prejuicio.
La tolerancia no es indiferencia, sino compromiso. Si educar para la tolerancia es combatir la intolerancia, entonces supone enfrentarse al temor y el menosprecio inspirados en la ignorancia. Educar para la tolerancia es fomentar sentimientos de confianza y respeto basados en el conocimiento. Aprender a ser tolerante es aprender a confiar y a respetar a quien es distinto porque su aspecto externo es diferente del nuestro o porque no piensa y actúa igual que nosotros, sobre todo si se encuentra en una posición de inferioridad o debilidad (porque la actitud respetuosa hacia los fuertes o prepotentes a veces está más próxima a la sumisión que a la tolerancia). Sólo se puede tener respeto y confianza en alguien a quien se conoce. Conocemos a los demás dándoles la ocasión de darse a conocer y escuchándoles. O aproximándonos a su realidad e intentando comprenderla Con frecuencia la actitud tolerante nace de la experiencia, tanto de la experiencia de haber sufrido personalmente la discriminación, como de haber sentido cómo se discrimina a alguien a quien queremos, en quien confiamos o a quien respetamos. Estar en el lugar del discriminado, rechazado o vejado, o tener la posibilidad de ponernos en su lugar, nos permite compartir sus sentimientos y comprender su impotencia y el dolor de su humillación.