Estudio sobre el colectivo gitano. Aspecto educativo
Aula Zero Valladolid
El proceso educativo formal del pueblo gitano comienza en las edades más tempranas con la Educación Infantil y, cada vez de forma más extendida, se continúa hasta la madurez con la Educación de Adultos. Hasta hace relativamente pocos años, el reto del Sistema Educativo era la escolarización de la totalidad de los niños gitanos en las etapas básicas de la enseñanza, se tenía asumido que los hijos más pequeños (entre 3-6 años) y los que habían cumplido los 11-12 años no acudían a los centros educativos por diversos motivos.
Los padres gitanos sentían verdadero rechazo a la escolarización en Educación Infantil debido a la sobreprotección que se ejercía sobre los menores y a la tradición cultural que consideraba que el mejor lugar para un niño era al lado de su madre durante todas las horas del día. En cuanto a los de edades superiores abandonaban la educación en cuanto se les necesitaba en la familia para el trabajo dentro o fuera del hogar. Todas sus tradiciones y costumbres más arraigadas, algunas de las cuales se han ido exponiendo anteriormente, venían a apoyar las teorías que alejaban a los menores de la escuela y de la educación formal. Su proceso formativo estaba muy ligado a las enseñanzas de sus mayores, trasmitidas de forma oral y vivencialen la familia y la comunidad.
Con la reforma del Sistema Educativo la edad escolar obligatoria se amplió en dos años de los 14 a los 16 (actualmente abarca desde los 6 hasta los 16 años), y la Educación Infantil se garantizó desde los 3 años. Esto supone que las familias gitanas vieron incrementada su posibilidad de acceder a la educación, pero también su deber de permanecer dentro de la educación reglada y formal.
Actualmente esa realidad está cambiando y la escolarización de los gitanos en edad obligatoria es casi del 100% de la población. La asistencia en Educación Infantil se ha visto favorecida por la incorporación de la mujer gitana al mundo laboral, además, los trabajos tradicionales van desapareciendo y la necesidad de instrucción para acceder a puestos de trabajo favorece la permanencia de los alumnos más mayores. Por otra parte la creación de toda una serie de programas de desarrollo para el pueblo gitano, la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza, así como el interés tomado por las distintas administraciones, está favoreciendo que muchos de los alumnos permanezcan hasta finalizar los estudios en el Sistema Educativo.
La mera escolarización de los niños en unas determinadas edades no garantiza la igualdad de todos ellos ante el hecho educativo. Las posibilidades de «éxito» escolar están mediatizadas por múltiples factores, muchos de ellos ajenos a la individualidad de los alumnos como puede ser el lugar de residencia, la procedencia social, la pertenencia a una determinada minoría…, es decir se encuentran en situación de desventaja a causa de lo que podríamos denominar una «deficiencia social». Este es el caso de muchos de los alumnos gitanos de nuestra ciudad.
Cuando los alumnos gitanos se acercan a la escuela se encuentran con diferencias esenciales entre los modelos observados en la familia y los que ofrece la escuela, esto representa una serie de dificultades añadidas a las propias que conlleva el aprendizaje:
Debido al estilo de disciplina impuesta en la familia, el niño llega a la escuela sin los hábitos y esquemas necesarios para adaptarse a la actividad escolar, los que posee se han desarrollado en otra dirección.
La brusquedad en el paso de niño a adulto, como ya se ha señalado, dificulta que en la escuela adquieran responsabilidades de forma paulatina.
La comunicación verbal en la familia se caracteriza por la ausencia de conceptos abstractos o sutiles. En la escuela el niño tendrá dificultades para comprender estos contenidos abstractos que en muchos casos no parecen guardar conexión con la vida. Esta dificultad es especialmente importante en la adquisición de la lectoescritura. Al pasar de la Enseñanza Primaria a la Secundaria el nivel manipulativo da paso al reflexivo y formal agudizándose las dificultades.
En casa se proporciona poca estimulación y escaso apoyo respecto a las materias tratadas en la escuela, es raro que vean a sus padres leyendo o escribiendo. Es necesario considerar, también, los esquemas diferentes de orientación vocacional en función de la clase social y el sexo.
Suelen orientarse hacia el presente y la consecución de objetivos a corto plazo, mientras la educación es totalmente a largo plazo.
El contacto entre los padres y la escuela es muy deficiente, o no existe o si aparece no se da en condiciones de igualdad. La familia se acerca al centro sólo cuando surgen enfrentamientos entre ellos y la escuela, en ocasiones, ésta convoca a los padres exclusivamente para informar sobre el mal comportamiento o los problemas con el alumno. Por todo esto aparece una desconfianza por parte de las familias hacia el centro educativo del que desconoce su funcionamiento y los recursos con los que cuenta.
Existe desconfianza hacia otros grupos sociales, lo que limita a los niños para iniciar interacciones con esos compañeros.
Existe un desconocimiento de la cultura gitana por gran parte de los profesionales dedicados a la educación, esto impide que en la institución escolar haya referencias a la misma y se compartan sus valores.
La falta de reconocimiento, por parte de la escuela, de los valores con los que el niño se identifica puede llevar a la infravaloración de su propio grupo cultural o al rechazo de la escuela.
Estas dificultades planteadas propician un fracaso escolar muy elevado, aparecen porcentajes altos de alumnos gitanos que tienen un año o dos de desfase escolar. Esto refuerza a su vez la baja autoestima y las expectativas negativas ante la educación que se devalúa a sus ojos cada vez más. Cuando llegan a la Educación Secundaria se agudizan todos estos procesos por ser una etapa en la que el alumno adquiere un gran sentido crítico y entran en conflicto los valores y orientaciones de la escuela con los suyos propios.
Al mismo tiempo que aparece el fracaso escolar lo hace la inadaptación al sistema y ambos procesos se agravan por el olvido que la escuela hace de las motivaciones e intereses de estos alumnos. Por otro lado se encuentra latente, en parte de estas familias, la falta de recursos económicos que les lleva a ejercer trabajos temporales agrícolas y a permanecer en movimiento en busca de soluciones para la supervivencia de la familia. Esto mismo lleva a la incorporación temprana al mundo laboral para aportar nuevos ingresos en la casa o a hacerse cargo de las tareas del hogar para que los adultos puedan ausentarse de la misma.
El bajo nivel económico y la escasa valoración de la educación propician que no se de respuesta a las demandas de material, atención y ayuda que los profesionales de la enseñanza hacen a las familias de los alumnos. Estas son reacias a invertir tiempo y dinero en una actividad que ni conocen ni aprecian. A la vez desautorizan delante de sus hijos aquellos aprendizajes que no están de acuerdo con sus costumbres, tradiciones o formas de entender la vida.
Los aspectos anteriores favorecen que aparezca otro factor, que es a la vez causa y consecuencia de muchos de los problemas expuestos antes, el absentismo escolar:
El niño fracasa porque no asiste, pero no asiste porque fracasa.
No se adaptan ya que no van a clase, pero no van a clase porque no se adaptan.
Como no acuden con regularidad sus intereses y motivaciones no se tienen en cuenta, pero como la escuela no les interesa ni motiva no acuden a ella.
Es verdad que en edades muy tempranas cuando muchos de los alumnos aún no presentan estos aspectos, si aparece el absentismo debido a otras causas como la sobreprotección y la escasa valoración de la educación por parte de las familias. Pero también es cierto que en gran parte de los gitanos el absentismo comienza en edades más tardías (en torno a los 11-12 años) y que a partir de ese momento es cuando sufre un incremento hasta llegar a producirse abandonos totales del Sistema Educativo.
En la ciudad de Valladolid se pretende que los alumnos gitanos sean cada vez más valorados. De ahí que su problemática esté siendo objeto de atención desde una perspectiva intercultural, intentando avanzar en el respeto a las diferencias y haciendo hincapié en lo que nos une.