La vocación de maestro
Con motivo de la reciente jubilación de mi amigo y compañero Pedro García Ballesteros, sirva este como reconocimiento y homenaje a un gran inspector de educación y excelso maestro del oficio, me gustaría aprovechar la ocasión para, en su persona, realizar una loa de aquellos que ejercen el magisterio, especialmente en los ámbitos de la enseñanza. Para lo que me basaré en los argumentos expuestos por María Zambrano en su texto titulado La vocación de maestro, escrito en 1965 en Roma, ciudad de exilio de la filósofa malagueña.
La palabra vocación se ha deslustrado y ha caído en desuso progresivamente, debido a la pérdida de la amplitud de su significado y posibles usos, como consecuencia de quedar restringida a la dedicación religiosa por una llamada de un ser superior. La pensadora malacitana para aclarar el significado del término, nos dice que la voz que llama si es oída y seguida, requiere entrega y dedicación lo que supone, por una parte, ofrecerse hacia el exterior, salir afuera y, por otra, cierto ensimismamiento, hacia adentro. La vocación es mediadora entre los distintos planos de la persona, y entre la persona y la sociedad. Según lo cual, la vocación tiene una fuerte naturaleza social.
Maestro o magister, cuyo origen etimológico está en el vocablo magis que significa «lo más«, es más que el aprendiz o el artesano, incluso más que el licenciado o doctor. Más que el maestro no hay otro. El maestro que es transmisor de excelencia, se está examinando siempre. El maestro, si lo es, frecuentemente choca con la sociedad y con el Estado, puesto que sus funciones son lindantes con las de aquellos, pudiendo entrar en conflicto. Porque no es posible concebir un Estado si no es educador y no es posible diseñar una educación, en toda su dimensión, sin tener presente la existencia del Estado. Por esto el cuerpo escolar, nos dice María, se mueve dentro de dimensiones políticas.
Todo hombre que hace algo es mediador; el maestro como tal transmite algo (verdad, belleza, ciencia…), pero además facilita el crecimiento del otro y su integración. Es mediador del conocimiento, es decir entre el saber y la ignorancia. La vocación de maestro es la más indispensable, la más próxima a la de autor de vida, pues colabora a su realización plena. Zambrano afirmaba en la fecha en que escribió el texto mencionado que se vivía una crisis profunda del magisterio, debido a una crisis de la mediación, porque para ser maestro se debe asumir el vértigo que surge cuando se está solo, en un plano más alto del silencio del aula; en general en el silencio de aquellos sobre los que se ejerce el magisterio.
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