Los orígenes del arco iris de Leganés
La vida que encontró Byron Velásquez Serna, un niño colombiano de 12 años, cuando llegó a España para reunirse con su madre, a la que no veía desde hacía tres años, no se parecía en nada a lo que él siempre había imaginado. Cuando se subió en el avión, dice ahora con una particular mezcla de acentos, estaba feliz. Pero cuando llegó a casa y comenzó a ir al colegio todo cambió. «Al principio me sentía muy raro. Y después me sentí solo», cuenta.
La experiencia de Assía Essalhi, de 12 años, nacida en Marruecos, fue bastante parecida a la de Byron. «Cuando llegué al colegio había unos niños que no me dejaban en paz y siempre me maltrataban. Al principio era muy difícil porque ellos no querían conocerme por ser de otro país, y me sentía sola».
Byron y Assía han contado sus historias y han reflejado en ellas lo duro que fue salir de sus países para reunirse con sus familiares en busca de una vida mejor. Como ellos, más de medio centenar de niños residentes en Leganés han participado en un proyecto impulsado por las ONG Save the Children y Migralia y apoyado por el Ayuntamiento, cuyo resultado es este libro de relatos y dibujos.
Los orígenes del arco iris de Leganés se llama el libro, y explora los sentimientos de los niños, propios y extranjeros, frente a la inmigración. En Leganés el 10% de la población es inmigrante, y las colonias más numerosas son la ecuatoriana, la marroquí y la colombiana.
En el libro, Assía escribió un relato que lleva por título Una vida nueva. Es la historia de Keia, un niño africano que llega a España y al que los otros chavales rechazan por ser extranjero. Esta historia, decía ayer Assía, es la suya, sólo que quiso ponerle al protagonista otro nombre y otra voz. «Pero es lo que me pasó a mí».
En ambos casos, sin embargo, la historia ha tenido un final feliz. Keia, el del cuento, conoció a dos chicas que se convirtieron en sus ángeles de la guarda y en sus mejores amigos. Y Assía encontró a Violeta y a Adriana, dos niñas españolas que, como en el cuento, también se convirtieron en sus mejores amigas. «Ahora soy muy popular y no podría sentirme mejor. Los niños que se metían conmigo me mandaron una carta y se disculparon», dice Assía visiblemente emocionada.
Byron, en cambio, prefirió contar su historia en primera persona. Amistad se llama su testimonio, y también tiene un final feliz: «Después, una semana, fui a la escuela, conocí a muchos amigos y ellos casi nunca jugaban conmigo. Yo repetí curso porque no sabía leer. Perdón, lectores, yo estaba en 2º B. Ahora estoy en 6º, con muchos amigos… muy amigos. Tengo 12 años. Ahora me pregunto qué es la vida… Yo digo que no lo sé, pero digo: la vida hay que vivirla. Leganés es mi amistad».
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